Introducción



Este blog simboliza un espacio de pensamiento y reflexión con respeto a lo que representa la construcción del ser nacional argentino.

El tratamiento que elegí darle al tema tiene que ver con una mirada sobre la construcción como un proceso que se limita al contexto en que el se encuentra, los actores que lo representan y quienes se sienten representados en los textos seleccionados con su justificación correspondiente.


El material de cátedra se encuentra dividido en dos momentos. En primera instancia aparece el comienzo de la construcción del ser nacional, durante la Revolución de Mayo, con el texto “El veintiséis” de Juan Sasturain.

Más adelante se presenta la dicotomía de civilización y barbarie de Domingo Faustino Sarmiento, con su obra “Facundo” que aporta otro punto de vista con respecto a lo que él opina sobre ese ser nacional.

Sin embargo el “Martín Fierro” de José Hernández  marca un antes y un después en la concepción de esta construcción. Representando al gaucho como el ser nacional argentino por excelencia. 

Durante la segunda parte los textos hacen referencia a la juventud, la ilusión y la decepción, luego del fracaso de sus ideales que fueron reprimidos y censurados por el contexto político- social. Y como todo esto marcó una búsqueda distinta sobre el ser nacional.

Quino representa en “Mafalda” lo mejor de esa sociedad, que años más tarde se ve devastada por los conflictos sociales y el desenlace de la Guerra de Malvinas.
Rodolfo Fogwill pronostica de forma excepcional las consecuencias de dicha guerra en su novela “Los pichiciegos"

En Cromañón. La tragedia contada por 19 sobrevivientes” se observan dos puntos importantes, la exaltación ante el símbolo de la banda Callejeros, que para sus seguidores representa el máximo exponente como ser nacional, y la desesperanza luego de sobrevivir a la tragedia más atroz del país. 


El ser nacional


Para enaltecer la partirá es necesario un sentimiento de nacionalismo latente en cada habitante del país, pero para lograrlo debe llevarse a cabo una construcción, la cual  comenzó a gestarse al mismo tiempo que la nación.

El comienzo de dicha construcción reside en la revolución de mayo y sus exponentes: Domingo French y Antonio Luis Beruti, los hombres ilustres que contribuyeron de forma activa con la renovación del gobierno, quienes además de exigir un Cabildo abierto y la destitución del Virrey Cisneros se encargaron de repartir cintas a modo de distinción de quienes se encontraban a favor de dicho movimiento. Deben considerarse como un primer indicio de ser nacional, ya que de forma popular se manifestaron en contra de las autoridades gobernantes. Aunque ahora los reclamos de ese tipo son muy comunes, en nuestro país tuvieron inicio de la mano de estos señores.

De una forma completamente distinta Domingo Faustino Sarmiento creía en una construcción del ser nacional separando los civilizados de los bárbaros, donde los únicos que tenían derecho a ser considerados nación eran los primeros. Durante ese contexto los caudillos, como Facundo Quiroga y Juan Manuel de Rosas, eran la  figura de ser nacional; y mediante su obra “Facundo” lo repudia por completo. Para Sarmiento el caudillo, gaucho e indio -el grupo de los bárbaros-  no debían representar la nación, ni formar parte de ella.

El máximo exponente del ser nacional argentino aparece gracias a José Hernández, quien convirtió al “Martín Fierro” no solo en la obra de poesía gauchesca más importante de la literatura Argentina, si no que también dejó marcada la imagen del gaucho como ideal del ser nacional. Como representante de las costumbres y tradiciones argentinas, el gaucho es un héroe que nunca las va a dejar olvidadas, ni se va a influenciar por la cultura Europea, en contra posición a lo que creía Sarmiento que debía suceder para ser civilizados.

Estos tres relatos significan el principio de la búsqueda de la identidad nacional, que es llevada a cabo por un estereotipo de persona adulta, con una postura ideológica y política muy clara. En contraste con este tipo de representante, los otros tres textos a continuación muestran como denominador común a la juventud que continua con la construcción del ser, pero esta se ve afectada por el contexto que transitan.

La década de los 60’ es el fiel reflejo de la sociedad idealista, donde la juventud se manifiesta activamente de distintas formas, a través de la música, el arte, la participación política, o en contra de la guerra, como medio para la búsqueda de su referencia de ser nacional. En este momento Quino plasma, mediante sus historietas, a “Mafalda” como la representante del ser nacional de la época. La niña de 6 años es en miniatura lo que todos deberían ser en grande, porque su compromiso y preocupación por la realidad social, la lucha que ejerce con sus ideales irrevocables, entre otras cualidades, dan lugar a que forme parte de la construcción del ser nacional.

Sin embargo durante la dictadura militar todos esos ideales se cayeron a pedazos, la represión y censura fueron los motores de destrucción  de todo lo que se habían estado gestando.  Durante este trágico periodo surgió el conflicto armado por la soberanía de las Islas Malvinas que desemboco en la guerra más injusta que vivió el país. Aunque toda la sociedad se vio afectada ante este lamentable suceso, la juventud quedo devastada tanto psíquica como anímicamente.

Rodolfo Fogwill refleja en “Los Pichiciegos” esta realidad, incluso se anticipa. “El Pichi es un bicho que vive abajo de la tierra. Hace cuevas. Tiene cáscara dura-una caparazón- y no ve. Anda de noche. Vos lo agarrás, lo das vuelta, y nunca sabe enderezarse, se queda pataleando panza arriba”
Así de asolada estaba la juventud, sin esperanza ni futuro. Escondidos en un pozo, sin nadie que los represente.
Malvinas es uno de los mayores emblemas de la nación argentina y todos los muchachos que pelearon en las islas son considerados los héroes nacionales del SXX.

Finalmente la tragedia no natural más grande de la Argentina tuvo lugar en República de Cromañón, donde 195 jóvenes murieron por causa de un incendio, que se ocasiono al tomar contacto un elemento de pirotecnia con la media sombra del techo del boliche, durante un recital del ex grupo Callejeros.
En el relato “Cromañón. La tragedia contada por 19 sobrevivientes” los muchachos que dieron su testimonio demostraron que para ellos la banda representa la idea de ser nacional. La música, las letras, los integrantes de la misma, los identificaban a tal punto que generaban una exaltación de la imagen de Callejeros, similar a como sucedió con Malvinas.

A lo largo del seguimiento estos textos quedó demostrado que no existe un único referente de ser nacional,  ya que la construcción del mismo se lleva a cabo contemporáneamente con la época.



Lejos de casa



Cuando le preguntaban de donde era, a Josefina se le hacia una laguna en la cabeza. No por ser una chica de pocas palabras, ni mucho menos por timidez, el asunto es que de verdad todavía no lo sabía. Con tan solo 16 años se había pasado más de la mitad de su vida viajando. Le toco nacer lejos, por allá en el culo del mundo. Dicen que se llama Argentina, se supone que ella lo es. Sin embargo no tiene ni la remota idea de que idioma se habla, que música escuchan, cual es la comida típica, nada. Hasta Anama Ferreira es más argentina que ella, obviamente tampoco sabe quien es esa señora.

Josefina era muy chiquita cuando la cosa se puso fea y su familia decidió buscar una mejor vida en Europa. Primero vivieron unos meses en Valdemaqueda, un pueblito a las afueras de Madrid. Pero no duraron mucho porque en enero hacia un frió insoportable y a su mamá no le gustaba, extrañaba el calor húmedo platense que en esa misma época freía las calles de su antigua cuidad. Se trasladaron a Pamplona, donde vivieron 3 años y fue ahí donde nació su hermanito Felipe. 

Al alcanzar un mejor nivel económico, la familia decidió seguir migrando y fijaron campamento en el País Vasco. Josefina hablaba el catalán de corrido, como si hubiera nacido ahí, es por eso que su madre siempre la mandaba a hacer las compras, ya que no la discriminaban porque confundían su acento con su procedencia. Pero de todas formas no tenia sentido de pertenencia y empezaba a ingresar en la edad que uno construye su identidad, su personalidad. ¿Como podía saber quien era si ni siquiera sabia de donde había salido? Sus padres se jactaban con aires europeos por la descendencia familiar que acarreaban, y no creían importante trasmitirle a Josefina cuales eran sus verdaderas raíces.

A los 15 recibió la propuesta de hacer un intercambio cultural, viajo a Alemania y vivió tres meses en la casa de una estudiante de la misma edad, que ocupo su lugar tanto en clase, como en su hogar vasco. Jose sabía hablar alemán de taquito, ya que la habían mandado a estudiar extra curricularmente en un instituto, con la ilusión de que esa posibilidad se presente algún día. Una noche la familia alemana le pidió que cocine algún plato típico de su país natal, ya que les resultaba por demás exótica su procedencia. Además de vergüenza, josefina sintió pena conocer tanto de todo, menos de ella misma.

Luego regresar de Alemania la muchacha había tomado una determinación, el último año escolar quería hacerlo en su lejana Argentina. Aunque sus padres no estaban de acuerdo con la idea, nadie la pudo frenar. Sucede que existen unas raíces invisibles pero irrompibles entre cada persona y patria. Josefina sintió la necesidad, y en vez de intentar cortarlas decidió fortalecerlas.
Ahora cuando le preguntan como se llama, era responde: 

- “Mi nombre es Argentina”